La discusión entre la docencia privada y sus empleadores es
el resultado de un cambio de estructura en el mundo del trabajo. Existe una
contraposición entre los que conciben el trabajo como derecho humano y aquellos
que lo ven como mercancía.
Secretario General
SADOP - CDN
El conflicto que hoy vive la docencia privada con sus
empleadores -y que SADOP expresa- puede verse como el resultado de un cambio
de paradigmas en el mundo del trabajo.
Utilizamos la expresión "paradigma" para
referirnos a un modelo, a un marco teórico que utilizamos para interpretar los
fenómenos en el contexto de una sociedad determinada.
Durante los 90 nuestro país sufrió una política económica de
inspiración neoliberal. Esa política impactó de modo concreto en las relaciones
laborales. El paradigma de la “flexibilidad laboral” gobernó durante más de una
década la dinámica de las relaciones entre trabajadores y patrones. A partir de
una enorme globalización financiera –con
la desregulación general de los mercados, incluido el que los liberales llaman:
“mercado de trabajo”- y una redefinición del rol del Estado se generó una nueva
consideración sobre el trabajo y los trabajadores.
En el mundo del trabajo hay dos lógicas en pugna: la del
capital y la del trabajo. Los ‘90 significaron la brutal definición en contra
del trabajo y a favor del capital financiero. La profundidad de este cambio es
tal que todavía hoy nos cuesta describir todas sus consecuencias con precisión.
La destrucción de empleo generó una nueva categoría de “trabajadores
desocupados”; a la par que aquellos que tenían trabajo veían disminuido su
salario y erosionadas sus condiciones laborales (ausencia de estabilidad[1],
recorte en las vacaciones, insalubridad, falta de formación profesional, entre
otras). Una verdadera catástrofe social, que puso al país al borde de la
desintegración social y política en el año 2001. La naturalización de dicha
catástrofe es una de las más grandes tragedias de Argentina. Nos muestra el
poder del liberalismo para imponer modelos culturales impregnados de
individualismo y reactivos al espacio público.
En el año 2003, con la asunción de Néstor Kirchner como
Presidente de la Nación, se produce un cambio de paradigma en el mundo del
trabajo. El Estado recupera su rol simbólico de referente insoslayable para los
actores sociales. Y vuelve a ser un elemento central en la conformación de una
identidad nacional y suramericana. En el plano económico, transitamos del
enfoque neoliberal a una visión que privilegia el trabajo y la producción
nacional con valor agregado y fomenta el pleno empleo. Esto impacta de manera
directa en el mundo de las relaciones laborales, dando lugar a un paradigma
nuevo: “El de la protección del trabajo y su reconocimiento como derecho
humano”.
Este nuevo paradigma -que colisiona con el de la
flexibilidad- supone nuevas conductas por parte del Estado, los Sindicatos y
los empresarios. La direccionalidad que marca este paradigma es para nosotros
lo central: se trata de proteger a la persona del trabajador y acrecentar
continuamente sus derechos.
El Ministerio de Trabajo de la Nación, a propósito del
Bicentenario de nuestra Nación, ha dicho que se trata de: “…Una etapa de
consolidación de los derechos fundamentales del trabajo, en su categoría de derechos
humanos: libertad de trabajo; igualdad de oportunidades y de trato; libertad de
asociarse y negociar colectivamente; compromiso de erradicación del trabajo
infantil y protección del trabajo adolescente…”[2]
Desde esa concepción el Estado fomentó para todas las
actividades la negociación colectiva.
Entre 2004 y 2011 se firmaron en nuestro país 9.337
convenios y acuerdos colectivos, alcanzando actualmente sus beneficios a
4.235.000 trabajadores registrados,
según datos del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación.
La disputa entre los paradigmas en la educación de gestión privada
Como ocurre en gran parte de las actividades, la enseñanza
de gestión privada es un terreno de
disputa de tales paradigmas. SADOP plantea con toda claridad su reclamo de
negociar colectivamente con los empleadores/propietarios de los
establecimientos educativos, para mejorar la situación de maestras y
profesores. Lo hace con persistencia, convicción y firmeza. Los representantes
del sector empleador se niegan a las “paritarias” (¿será porque no consideran
“pares” a las personas que trabajan en la docencia?). Es decir, se niegan a
reconocer un Derecho Humano fundamental: el de negociar colectivamente. Llama
la atención la conducta de algunos representantes de colegios que dependen de
la Iglesia Católica. Mientras reclaman de manera contundente que el Gobierno
Nacional se disponga a ceder en diversos aspectos de las políticas públicas; se
niegan a acordar con el Sindicato las condiciones básicas que hacen a un
trabajo docente digno. Quizás añoren otras épocas de nuestro país en las cuales
sus posiciones e intereses eran asumidos “in totum” por los gobiernos y les
resulte extraño un Poder Ejecutivo Nacional que tenga autonomía de los grupos
de presión.
Los docentes privados somos en Argentina más de 250.000.
Nuestra historia está signada por la lucha frente a las estructuras de
injusticia. Cuando el peronismo en 1947 estaba concretando un proceso
revolucionario en materia laboral docente, se escucharon voces opositoras
similares a las que hoy escuchamos y los trabajadores organizados lucharon
hasta conseguir su objetivo. Hoy estamos ante un punto de inflexión. O las
relaciones laborales entre docentes y escuelas privadas se encaminan a ser
acordadas con sentido de Justicia y
Equidad o el paradigma dominante será el de los años de la
flexibilización. Como SADOP no se resigna a ello, seguramente viviremos épocas
de conflictividad en la educación de gestión privada.
A simple vista, el hecho puede ser interpretado como una
disputa entre dirigentes de uno y otro sector de empleadores y trabajadores.
Pero la confrontación real es más profunda: se trata de la
contraposición entre quienes pensamos que el trabajo es un derecho humano y
quienes piensan que es una mercancía.
[1] El cinismo de los liberales que
gobernaron nuestro país en los
90 llamó ambiguamente: “retiros
voluntarios” y “jubilaciones
anticipadas” a la destrucción del empleo.
[2] Página Web del
Ministerio de Trabajo de la Nación: www.trabajo.gob.ar
Artículo publicado en la la página de SADOP:
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